Mar 16, 2011

Pocas palabras

La empatía es esa bellísima cualidad que nos hace realmente humanos, nos diferencia de los seres de cuatro patas y del animal aquel que dijo el otro día por televisión que "El coste humano del terremoto japonés es mayor que el económico y hay que estar agradecidos por ello". Pero mi empatía en estos momentos da igual. Frente a la posibilidad de que una parte del planeta estalle por los aires y encima el resto lo veamos en directo por televisión, creo que lo que yo pueda sentir o decir es totalmente superfluo. Estos días no encuentro palabras, ni ánimos, ni realmente nada que escribir sobre esta ciudad o este país en el que vivo que no sea prescindible. Miento. Wisconsin y su pequeña gran revolución sí darían para hablar y escribir un montón pero creo que habría que estar allí, el periodismo de corta y pega prefiero evitarlo cuando esté en mi mano.

Lástima que ese primer indicio de conciencia ciudadana y política plantándole cara de verdad a la hipocresía económica que nos gobierna y que estalló en Wisconsin, palideció informativamente primero ante las revueltas en Oriente Medio y después ante el cataclismo múltiple japonés. Quizás haya sido sólo el principio de algo que por su belleza esperanzadora pueda al menos hacernos olvidar durante un rato el espanto de lo que ocurre en Japón. La movilización social contra una ley que barre de un plumazo un siglo de derechos sindicales ha sido lo único verdaderamente interesante a nivel político que ha ocurrido en este país en el último año y si os queda energía para leer más allá de Japón, The Nation, Mother Jones y The Atlantic han hecho un estupendo seguimiento, shame on the New York Times, que apenas lo ha contado.

En cuanto a Japón lo único que quiero es recomendar un blog, el de la periodista (que además hace espléndidos dibujos) Tana Oshima, una mirada hacia lo que ocurre en su país de origen pero desde la reflexión calmada de alguien de allí que mira desde lejos, desde el recuerdo futuro y aporta una visión personal y pistas informativas, las justas, sin agobiar ni 'egoagobiarnos'. Gracias! Notas de Fukushima.