A la puerta del estudio, no menos de cinco mercedes clónicos (por lo visto tiene metidos en el ajo a la hija, la hermana, el sobrino, cuñados, etc., y todos usan idéntico transporte). Hacemos ruido y nos divertimos un rato, se asoman algunos trabajadores pero ninguno se atreve a unirse, ¡y eso que llevan casi medio año sin cobrar!! Desde luego este mundo no tiene remedio... a tragar con lo que sea, no vaya a ser que no nos vuelvan a llamar... para currar por la cara.
El caso es que a algunos de ellos les entregaron esta semana unos pagarés, y al ir a cobrarlos la cajera del banco hizo un precioso origami con ellos y los colocó en su colección. Como dijo ayer un compañero, "la próxima vez que me llamen pa currar voy y les firmo un 'trabajaré'".
Pues bien, en mitad de la fiesta aparece un mercedes aún más grande y brillante, se baja el chófer a abrir la puerta y -¡oh sorpresa!- el mismísimo Moreno, gordo y seboso como Jabba el Hutt, ataviado con chándal rojo y reloj de oro, a lo Tony Soprano, empujando sus carnes pa dentro con una cara de susto que no olvidaré en la vida, mientras nos abalanzamos sobre él pidiendo autógrafos y lanzándole piropillos... Sin violencia, por supuesto, que en la CNT también nos hemos hecho posmodernos... ;-)
A los cinco minutos llaman a Cris (una de las compañeras que está sin cobrar, que dio la cara y alborotó como el que más) al móvil. Es la (otrora esquiva) administradora de la empresa, y le dice que ya mismo les pagan si desmontamos el piquete. Un ratito más tarde se presenta el director financiero con 4.000 pavos en un sobre y las nóminas recién impresas para firmar. ¿Que no tienen dinero? ¿No pueden vender sólo uno de los mercedes? ¿Quién ha estado viviendo "por encima de sus posibilidades"?
Además, maravillas del 15M, tanto la pareja de la guardia civil como la patrulla de la policía local que se pasaron por allí nos preguntaron por el motivo de tan ruidosa fiesta y terminaron deseándonos suerte, tras una breve explicación del asunto que por allí nos traía y asegurándoles que no teníamos intención de cortar el tráfico.
Nunca un piquete de poco más de un par de horas fue tan efectivo. Nunca quedó más demostrado que nos están meando mientras siguen empeñados en convencernos de que llueve. Nunca se pudo ver más claro que la acción directa es la única opción que nos queda. Y eso que éramos diez, nada de manis de 50.000. Extrapolen tan poderosa fábula y tendrán la clave de lo que acontece (y lo que podría acontecer si perdemos el miedo).
Iván Martín