Nov 30, 2011

PERIODISTAS FRENTE A PERIODISMO Y CÓMICOS FRENTE A CELEBRIDADES

Aviso para navegantes: es un post largo que publico porque varios compañeros de profesión me lo han pedido. A los periodistas y a los cineastas quizás les interese, al resto quizás no tanto, pero aquí quedan estas palabras que dije hoy arropada por gente a la que quiero mucho en la cariñosa entrega del V Premio Paco Rabal de Periodismo Cultural que concede la fundación AISGE, la primera institución española que tomó la iniciativa de crear unos premios dedicados al periodismo cultural:

Este premio lleva el nombre de Paco Rabal, un magnífico actor al que no tuve el placer de conocer personalmente pero cuyas películas marcaron la infancia de toda mi generación, la última que creció con televisiones en blanco y negro, donde el abstracto y mediatizado concepto de glamour que hoy lo invade todo quedaba muy lejos. Un actor que pertenecía al mundo de lo que entonces en España se llamaban los cómicos, esos a los que Javier Bardem les dedicó su oscar, proclamando ante Hollywood el orgullo y la dignidad del oficio. Ni mi generación ni las sucesivas han conocido a los cómicos. Nosotros hemos aprendido a llamarles 'celebridades'.

Recuerdo que al poco de llegar a Nueva York, trabajando para un periódico regional español, me propusieron que escribiera una columna rosa dedicada precisamente a las noticias sobre las celebridades de Hollywood. No querían artículos sobre su trabajo sino sobre su vida privada, sus romances, sus kilos de más…Yo, muy digna, la rechacé y les dije que mientras no necesitara hacerlo por cuestiones económicas, prefería evitarlo. Años después, cuando comencé a colaborar para otro periódico, resultó que la sección de gente estaba creciendo y tomando protagonismo y mi economía, que no era precisamente boyante, no me permitió elegir.

Por un lado no puedo quejarme. Gracias a mis colaboraciones con periódicos y revistas he entrevistado a artistas fantásticos. Otras veces, en cambio, escribo sobre divorcios y kilos de más para esos mismos medios y lo digo con todo el cariño para quien me lo encarga, ya que en parte me da de comer. Porque lo crean o no, hoy los periodistas cobramos precios decentes por publicar en la sección de gente de un diario pero precios irrisorios por publicar en la de cultura o internacional, creando así una jerarquía económica que te obliga a preguntarte por qué un divorcio entre estrellas o una foto en bikini se paga bien y pasarte días mojado bajo un huracán, siguiendo el proceso creativo de un artista o tratando de entender y contar por qué un país se echa a las calles pidiendo una vida digna no te da ni para tabaco.

Me gustaría contaros cómo nació el post de este blog que el jurado ha decidido premiar (GRACIAS!).

Cuando viajé a Los Angeles para la entrega de los oscar no iba para escribir de cine, ni enviada por un periódico, ni tampoco iba a escribir para mi blog. Yo en realidad iba a escribir para una revista del corazón. Su director me había propuesto que hiciera una crónica “de glamour y vestidos” pero claro, cuando no escribes para la prensa rosa, lo miras con recelo así que, tras asegurarme de que no querían nada irrespetuoso y que sólo les interesaba una crónica sobre glamour, actrices y lo guapa que iba a estar Penélope, acepté. En el fondo era la misma crónica que podría haber publicado en la sección de gente de cualquier periódico de cualquier parte del planeta y dada la difícil situación económica por la que atravesamos hoy los periodistas freelance, decidí aceptar, pese a mis dudas (y además pagaban muy bien!). Supongo que son las mismas que asaltan a un actor cuando le ofrecen un guión que no le convence pero tiene que llegar a fin de mes.

Y fue al terminar de escribir aquella crónica cuando decidí contar en mi propio blog, por el puro placer de hacerlo, la historia que a mí realmente me había fascinado aquella noche: la de los party crashers de la fiesta de Vanity Fair, gente obsesionada con la fama hasta tal punto que es capaz de saltar de un tejado a otro para colarse en una fiesta de celebridades y salir en la foto. Era el público, como ha subrayado Asunción Balaguer, ése que a veces está tan loco que no deja vivir a los actores, pero sin el que, por otro lado, ellos tampoco podrían vivir.

Pero algo va mal en la industria de la prensa cuando los periodistas especializados en cultura nos vemos obligados a publicar en la prensa del corazón para llegar a fin de mes. Aunque seguramente la verdadera señal de alarma respecto a la situación por la que atraviesa la prensa tradicional esté quizás en que estos premios se los hayan dado a un artículo publicado en un blog y a otro publicado en una revista independiente como en la que firma Felipe Santos, (ganador del accésit) aunque eso SÍ sea una muy buena noticia para los periodistas. Muchos de nosotros hemos optado por buscar en ese tipo de plataformas la voz que en muchos casos cada vez nos cuesta más desarrollar en la prensa tradicional, donde el temor a perder lectores está llevando a cederle espacio a noticias que tradicionalmente estaban reservadas a otro tipo de prensa y eso hace que quede menos espacio y recursos para noticias que antes uno sí encontraba en los periódicos. Porque aunque Internet es infinito, el presupuesto de los medios no lo es, y en su intento por sobrevivir a su propia crisis, han cambiado sus prioridades.

Y supongo que por eso nacen plataformas de información independiente donde hoy se encuentran noticias de las que apenas se habla en otros medios. Incluso en los periódicos, los periodistas utilizan sus blogs para contar noticias que no pueden publicar como tales porque no hay sitio. Lo extraordinario es que eso también significa que hay esperanza para esta profesión, porque los periodistas como individuos no han tirado la toalla, aunque desde lo alto de la industria parezca claramente que sí. El problema ahora es cómo encontrar la forma para sobrevivir económicamente.

La mayoría de los periodistas amamos nuestra profesión. Nuestro guión es la realidad, y estamos enganchados a ella, y nos gusta tratar de entender lo que vemos y contar lo que importa. El problema es que en el periodismo cultural el lugar de lo que importa hace tiempo que lo ha ocupado el dinero. En Estados Unidos entrevistamos a muchos actores porque las grandes distribuidoras ofrecen fotos fabulosas de una estrella, que de repente aparece en todos los medios, como si su actuación fuera de oscar, aunque curiosamente nadie haya visto la película por la que se le han cedido tres páginas. Hacemos viajes para entrevistar a un escritor porque una editorial está dispuesta a pagar (o arruinarse) por ese viaje, algo que hace años los propios medios prohibían y ahora es la norma en toda la llamada prensa de calidad. Y así, la fina línea que divide la publicidad de la información se difumina y muchas películas pequeñas, o libros pequeños, o exposiciones pequeñas, sin posibilidad de gastarse millones en promoción, nunca llegan a la prensa. Y sólo aparecen cuando un periodista se pone muy pesado, se empeña y consigue que le hagan un hueco para un tema en el que cree, si es que lo consigue.

Por eso yo le quiero dedicar este premio a todos los periodistas que aún creen en el periodismo, los que consideran que ésta es una profesión que se construye pateándote las calles, prestándole atención a lo que quizás en apariencia no sea noticia, curioseando en lugares donde a menudo no hay focos ni flashes y sin embargo, hay grandes historias. Hacer trabajo de fondo no se traduce en noticias inmediatas, que es lo que el frenesí digital nos está obligando a hacer para crear información de consumo rápido. Pero la información, como la sanidad o la educación, no debería medirse como un producto de consumo porque su valor y su poder afecta a la vida de las personas, ya sea cuando se escribe sobre una guerra, o sobre un estreno de cine.

Quizás por qué soy hija de dos artistas, Miranda D'amico y Agustín Celis, creo que en el poder de las artes para contribuir a los cambios sociales. Somos una cultura en transición. Música, libros, cine, teatro.. son una ventana a esta sociedad que atraviesa por un momento de cambio que amenaza a las grandes estructuras empresariales pero que le da voz al individuo y por tanto al periodista. Los artistas juegan un rol fundamental en este mundo en turbulencia y creo que el periodismo cultural tiene la responsabilidad de reflejar la variedad de esa cultura, y no puede limitarse a que nos sentemos tras un ordenador a copiar y pegar sin reflexionar lo que aparece en twitter.

En Madrid y en Nueva York la gente ha ocupado la calle para reclamar un cambio de rumbo, para cuestionar el camino que se ha tomado frente a la crisis, para discutir el estatus quo y para buscar alternativas posibles. De igual modo, creo que hoy muchos periodistas se cuestionan el rumbo que los medios han tomado frente a la crisis de su industria y aunque económicamente lo estamos pasando muy mal, yo quiero pedirles que sigan creyendo en su profesión, y que no se rindan. Este premio se lo dedico a todos esos periodistas, a los que creen en la importancia de un trabajo grande construido a base de historias pequeñas, a los que siguen buscando porqués y en particular, a mis compañeros de profesión en Nueva York Idoya Noain, Mercedes Gallego, Ana Nieto, Carlos Fresneda, Julio Valdeón, Sandro Pozzi y Julio Anguita, (quien, maldita sea, ya no está entre nosotros). Se lo dedico a todos ellos, por no rendirse y sobre todo, por no permitir que yo me rinda. Además también se lo dedico a mi querido grupo I +D, (esto es en clave pero ellos saben quien son). A todos, y a la AISGE por este premio, GRACIAS!!!!!

PD: le debo sin duda un gracias público a la persona que me encargó escribir la crónica para aquella revista del corazón. Sin ese encargo, yo aquel día no hubiera llegado a bloguear. Gracias Luis!

Roja como un pimiento entre la gran Pilar Bardem y la gran Asunción Balaguer, viuda de Paco Rabal, que me entregaron el premio.

Nov 8, 2011

ARTE DE AYER PARA UNA CRISIS DE HOY Y OTROS DEVANEOS CREATIVOS

Frozen Assets, Diego Rivera, 1931-32

Es inevitable no hacer asociaciones entre el mundo descrito en el fantástico mural de Diego Rivera que esta mañana pude ver en el MOMA y el mundo actual. La sociedad ha cambiado bastante desde que él firmara aquella obra en 1932 aunque el mundo del arte sin duda tiene otro aroma. A finales de los años veinte los multimillonarios Rockefeller financiaban los murales del artista mexicano, quien podía hablar abiertamente de las desigualdades sociales y atreverse a pintar (y encima vender) esas obras en las que criticaba a sus mecenas. Eso no le impedía, quizás hipocritamente, irse de copas con ellos (y por supuesto dejar que pagaran la factura). Es cierto que no se lo toleraban todo: le obligaron a borrar un mural en el que además de mostrar el rostro de Lenin, -que a Rockefeller no le molestaba excesivamente pese al mito que hay entorno a esta historia-, se veía al propio patriarca de la familia desmelenado bebiendo martinis entre las masas -y eso sí que no se podía tolerar-. Pero aún así, aquí está este fantástico mural que hizo para el MOMA -un museo que tanto entonces como ahora vivía del dinero de las familias ricas- que reproduce de forma escalofriante un mundo en crisis demasiado parecido al de hoy.

La prensa entonces también era diferente. La revista Fortune, creada para informar a esos mismos grandes capitalistas del devenir de la economía, se atrevía a encargarle a un rojo como Rivera portadas en las que él dibujaba precisamente la plaza roja de Moscú. Pero los americanos también eran distintos: millones de ellos, entregados a las luchas sindicales, aún se declaraban 'de izquierdas', una palabra que aún no había adquirido el estigma que cayó sobre ella tras la II Guerra Mundial y la posterior 'caza de brujas'.

La exposición de Rivera Murales para el MOMA (que se inaugura el dia 13), me ha hecho pensar en qué tipo de arte saldrá de la actual crisis. Hace poco escribí sobre ello, y me remitía al director de Hyperallergic, quien decía que harán falta muchos años para que veamos creaciones realmente interesantes fruto de la reflexión entorno a la crisis. Curiosamente tras el crash del 29, Rivera y o artistas como George Grosz (en la Alemania semi aniquilada post I Guerra Mundial), fueron capaces de producir obras maestras casi en el acto.

De momento, en el Nueva York de Occupy Wall Street, estás son algunas de las iniciativas creadoras que ya han surgido de la protesta y que he descubierto hace poco. De algunas soy fan, de otras tengo mis dudas:

Un grupo de 1200 escritores que incluye a Salman Rushdie, Jonathan Lethem, Jorie Graham o Francine Prose que se ha unido para escribir relatos, poesias o impresiones relacionadas con el movimiento homónimo. Muchos de sus textos ya se pueden leer en esa web. Se recomienda paciencia para bucear en ellos pero es innegable que los escritores saben hacer algo bien: escribir.

Una iniciativa similar pero de cineastas, en su mayoría documentalistas, aunque fuera de este grupo hay maestros como Jem Cohen que ya se ha puesto a trabajar. El cineasta experimental ha realizado cinco cortos sobre Occupy Wall Street llamados NEWSREELS, que ha dedicado a los que considera sus maestros: Jean Vigo, Jori Ivens, Humphrey Jennings, Agnés Varda y Chris Maker. Un señor muy diferente a Cohen es Jonathan Demme, que también se ha colocado una cámara al hombro y ha filmado este corto documental que ha colgado en Youtube. No he visto los de Cohen pero tras ver el de Demme es difícil no desear que el director de El silencio de los corderos regrese a Hollywood cuanto antes a seguir haciendo eso que tan bien sabe hacer, ficción hollywoodiensemente entretenida, en lugar de cortos documentales de turista.

-Por último me gustaría señalar el esfuerzo de la gente que integra Wall Street Occupennial, que está montando una excelente base de datos online con todas las iniciativas artísticas nacidas de esta protesta en todas las areas de la creación.

Nov 3, 2011

LA FALSA LIBERTAD DE PODER ELEGIR



En Estados Unidos he aprendido una cosa: la libertad aquí se mide en función de la cantidad de cereales y detergentes a los que tienes acceso en el supermercado. La creencia popular es que a mayor variedad de marcas, mayor libertad. La sensación al entrar en cualquier tienda es sencillamente abrumadora. ¡Oh, Dios, cuánta libertad! En política se crea exactamente la misma ficción: somos libres porque podemos elegir entre muchos. En la práctica, resulta que elegimos entre dos. Igual que en el supermercado, donde lo que más se vende suelen ser las marcas que 'nos suenan', es decir, aquellas que tienen suficiente dinero como para publicitarse. O sea, como en política. En Estados Unidos eso además está exacerbado ya que los partidos pueden aceptar dinero practicamente de cualquiera y suele ocurrir que el presidente más votado es el que más dinero tenía para hacer campaña. Aquí no hay retórica sino números: Barack Obama se gastó más de 700 millones de dólares en su campaña en 2008, más del doble que su rival John McCain. Y Bush también batió records de cartera cuando ganó a Al Gore en 2000.

Pero en las elecciones que ya planean sobre Estados Unidos este año entra un nuevo jugador que hasta ahora tenía que hacer maniobras de camuflaje para colarse en las campañas (había limitaciones a la financiación electoral) y ahora tiene el camino completamente libre para apropiarse sin pudor de los hilos de la política: las grandes empresas, las corporaciones, en una palabra, el dinero de ese 1% contra el que miles de personas siguen acudiendo cada día al parque Zuccotti en Wall Street -o a otras protestas del país, como las de Oakland, que ayer vio como su puerto, el quinto más activo del mapa estadounidense, se veía obligado a suspender sus operaciones durante cinco horas por la presión de 3000 manifestantes-.

En 2010 el Tribunal Supremo estadounidense dictó una sentencia que cuando la historia la mire en retrospectiva obligará a todo el país a avergonzarse: se la conoce como el Citizens United ruling, fruto de la denuncia de la organización conservadora Citizens United versus Federal Election Commision. La sentencia otorga a las empresas los mismos derechos que a los ciudadanos estadounidenses, conviertiéndolas en ciudadanos de facto. Si las empresas también son ciudadanos, tienen todo el derecho de acogerse a la primera enmienda y por tanto es inconstitucional limitar y regular el dinero que se gastan para influir en las elecciones. Es decir, que si antes había ciertos límites a esas contribuciones, este año en cambio, todo el monte es orégano.

Ayer dos congresistas que sin duda también contaron con contribuciones empresariales para ser elegidos - nadie llega a la política en este país sin ellas- propusieron en el Congreso una enmienda constitucional que permitiría a esa institución regular las contribuciones y por tanto revocar esa sentencia. Parece que a algunos políticos aún les queda un poco de conciencia aunque el sentido común abandonó a nuestros dirigentes hace años y hoy hay que ir a buscarlo a otros foros de diálogo, como el parque Zuccotti, o la basura.
No es coña. Ayer, dentro del festival Performa 11, vi a un artista ruso que se pasó veinte minutos metido boca abajo haciendo el pino dentro de un cubo de basura. Es donde nos hemos metido todos permitiendo que los políticos jueguen con nuestro futuro sin control y se vendan descaradamente. Y lo que el 15-M u Occupy Wall Street me hacen pensar es que la gente se ha cansado de hacer el pino en este contexto económico y político tan deprimente y surrealista como la mencionada performance. Y hay demasiada basura como para quedarse quieto mirando al fondo del cubo.