Sep 23, 2013

EN LAS ENTRAÑAS DE LA BESTIA



Hace casi cuarenta años Pink Floyd escogió una de las construcciones más excepcionales y emblemáticas de Londres, la Battersea Power Station, como portada de uno de sus discos más críticos con el sistema capitalista: Animals. Entre las cuatro torres de esta central eléctrica entonces en decadencia, que abasteció de energía a la ciudad quemando carbón a destajo durante varias décadas, Pink Floyd 'hizo volar' un cerdo hinchable gigante para la foto. La avaricia y la ambición del capital dominando desde arriba al pueblo llano en una Inglaterra, la de 1977, que atravesaba por una crisis social y económica muy negra.

Portada del disco Animals (edición japonesa)

Ironías del destino, esa central eléctrica que dejó de funcionar a principios de los ochenta y que pudo haber huido de aquella imagen premonitoria que firmó Pink Floyd no ha podido escapar de las garras de aquellos Animals. En octubre comenzará su metamorfosis hacia el olvido, se convertirá en la bestia más común y vulgar de nuestras sociedades: un centro comercial. 

Maqueta del futuro centro comercial

Podría haberse transformado en muchas cosas interesantes -como ocurrió con el museo Tate Modern, que creció en el útero de la sala de turbinas de otra central eléctrica- pero esas pirañas del siglo XXI llamadas promotores inmobiliarios se han ocupado de evitarlo. Tres pisos llenos tiendas, oficinas y arriba (¿como el cerdo de la portada del disco?) pisos de super-lujo para unos pocos privilegiados. Alrededor, más de 3000 viviendas caras con este lamentable aspecto: 

Maqueta de los edificios proyectados alrededor

Una operación en la que un consorcio malayo invertirá unos 9.000 millones de euros en los próximos diez años. El domingo me lo explicó con todo detalle uno de los voluntarios de la promotora que acudieron a recibir a los miles de londinenses que se acercaron a ver el vientre de la bestia por primera y última vez antes de su cambio de piel. 

Londinenses dentro del Battersea Power Station el domingo

Fue un evento sin precedentes enmarcado dentro de uno de los acontecimientos culturales más celebrados de Londres, Open House London. Se trata de una jornada de puertas abiertas que permite a los ciudadanos visitar edificios que normalmente no están abiertos al público. Una iniciativa que arrancó en 1994 con 21 espacios y que ha crecido de forma exponencial: este fin de semana más de 800 abrían sus puertas. Gratis. Desde la residencia del primer ministro, -el mítico 10 Downing street- a rascacielos como el Lloyds, el Gherkin o la cara B de centros culturales como el Barbican.  

Sin embargo, el anuncio reciente del futuro que le espera a la Battersea Power Station debió de crear curiosidad y a juzgar por las larguísimas colas (2 y 3 horas de espera), era el lugar al que había que acudir estar este fin de semana, puesto que sólo se había abierto al público una vez hace veinte años y nunca más podrá volverse a ver su crudo esqueleto. 





En las entrañas de la bestia

La mayor construcción de ladrillo de Europa, con sus cuatro chimeneas también de ladrillo, era hasta ayer una bellísima ruina moderna. Podrían incluso haberla dejado así, tal cual, como en una oda a esos materiales tan siglo XX -el hierro, el azulejo y el ladrillo- y a una era que en el siglo XXI hemos dejado atrás porque trabajar echándole carbón a una bestia insaciable que produce energía no es vida. Pero tampoco lo es pasear por un mall y babear frente a los escaparates. No dudo que tendrán mejores recuerdos quienes paseen o vivan aquí (esos privilegiados...) que quienes antaño trabajaron en sus tripas de carbón, pero con todo lo que hemos aprendido desde que se puso el primer ladrillo de la Battersea Power Station (1933) sigo sin comprender por qué el mundo entero insiste en identificar progreso con centros comerciales. 

PD: En mi querida Nueva York la Domino Sugar Factory va a tener el mismo destino


Sep 13, 2013

HAY UN CHINO EN MI TELÉFONO!

Tras cinco meses como madre primeriza disculpadme si mi primer post está relacionado indirectamente con mi hija. (Lectores, no huyáis que este blog no va a convertirse en el confesionario de una nueva madre) Hace unos días decidí volcar mis fotos del verano del teléfono al ordenador haciendo un sync vía iCloud, es decir (para los que no usan Apple) sincronizar mis fotos a través de la llamada 'nube', ese ente abstracto donde supuestamente hoy podemos almacenarlo todo hasta el infinito gracias a la supuesta generosidad del fallecido Steve Jobs -que hasta ahora si eras usuario de mac nos lo dejaba hacer gratis y el mes próximo empezará a cobrar-.

Al terminar el sync quise comprobar que todas las fotos se habían volcado correctamente pero, de repente, entre las dulces imágenes de mi bebé, apareció esto:



y después esto:





y para rematarlo esto y otras diez fotos más: 


Primero entré en pánico: alguien se ha colado en casa y se ha hecho fotos con mi teléfono, como en las películas de terror. Temí sobre todo por mi hija, un sentimiento totalmente nuevo. "¿Tu has visto Last Call?" me dijo mi pareja. "Pasaba algo así" remató. Le gustan les pelis de miedo de serie Z o sea que me imaginé cualquier bodrío con mucha sangre y se me pusieron los pelos de punta aunque después con cierta guasa añadió: "¿Seguro que no te has echado un amante?". Preferí no contestar.

Una mirada más atenta a las imágenes me dejó claro que esas fotos no se habían tomado en ningún lugar en el que yo hubiera estado este verano, entonces... ¿qué coño hace este chino en mi teléfono? Y lo que es más grave, ¿quién es este tío? ¿Y eso que veo son tarjetas sim? ¿Un laboratorio de un hacker quizás? ¿Por qué tengo sus fotos? ¿tendrá él las mías?

Tras el desconcierto inicial le pregunté a una amiga que sabe de estas cosas y me dijo que al parecer era bastante común, que gente que utiliza iCloud se ha quejado en foros online de que le aparecen fotos en la nube que no son suyas. En los foros de Apple hay gente que se queja y otros que como única solución te invitan a cambiar tu contraseña. No he podido confirmarlo con Apple porque su departamento de prensa es mundialmente célebre por no contestar y atención al cliente no tengo porque se me ha terminado la garantía. Pero una de dos, o hay gente utilizando nubes ajenas o ahí arriba de vez en cuando se montan soberanas tormentas y así las fotos de un hacker chino acaban en mi iphone y quién sabe dónde han ido a parar las de mi bebé. El episodio me ha hecho pensar mucho en todo este tema de nuestra privacidad online. 

El mundo entero ha puesto el grito en el cielo tras descubrirse que el gobierno estadounidense, el británico y quien sabe cuántos otros se dedican a bucear en nuestra vida digital sin ningún tipo de control con la excusa de la lucha contra el terrorismo. Pero al mismo tiempo, nosotros le entregamos a multinacionales como Apple sin pestañear (con Facebook quién sabe por qué hay más reticencias) toda nuestra vida privada y somos tan estúpidos de creer que en sus manos está a salvo porque a) Steve Jobs era un genio -según algunos periodistas su muerte fue la noticia más importante del 2011 ***!!- b) sus diseños son imbatibles c) sus aparatos son los más caros del mercado d) es la marca de la gente 'cool' por tanto su comportamiento también debe ser igual de 'cool'.

Mi pequeña realidad y la que nos han contado los documentos del kamikaze Snowden vía Laura Poitras y Gleen Greenwald me ha demostrado que iCloud es una patata y ni mi teléfono ni mis fotos están a salvo. No tengo muy claro si es posible estar a salvo de estas cosas en el siglo XXI pero ahora Apple y todas esas multinacionales de la nube se asustan ante lo que los clientes decidamos hacer. En mi caso lo tengo claro. El episodio ha coincidido con la llegada de un email de Apple en el que se me informa de que he podido utilizar 20GB de la nube gratis durante un año porque era usuaria del email de Mac pero que se me acaba el chollo y si lo quiero tengo que pagar. Querido Steve Jobs que estás en los cielos, esta cliente se muda con su nube a otra parte. (Se aceptan sugerencias!!)