Hace casi cuarenta años Pink Floyd escogió una de las construcciones más excepcionales y emblemáticas de Londres, la Battersea Power Station, como portada de uno de sus discos más críticos con el sistema capitalista: Animals. Entre las cuatro torres de esta central eléctrica entonces en decadencia, que abasteció de energía a la ciudad quemando carbón a destajo durante varias décadas, Pink Floyd 'hizo volar' un cerdo hinchable gigante para la foto. La avaricia y la ambición del capital dominando desde arriba al pueblo llano en una Inglaterra, la de 1977, que atravesaba por una crisis social y económica muy negra.
Portada del disco Animals (edición japonesa)
Ironías del destino, esa central eléctrica que dejó de funcionar a principios de los ochenta y que pudo haber huido de aquella imagen premonitoria que firmó Pink Floyd no ha podido escapar de las garras de aquellos Animals. En octubre comenzará su metamorfosis hacia el olvido, se convertirá en la bestia más común y vulgar de nuestras sociedades: un centro comercial.
Maqueta del futuro centro comercial
Podría haberse transformado en muchas cosas interesantes -como ocurrió con el museo Tate Modern, que creció en el útero de la sala de turbinas de otra central eléctrica- pero esas pirañas del siglo XXI llamadas promotores inmobiliarios se han ocupado de evitarlo. Tres pisos llenos tiendas, oficinas y arriba (¿como el cerdo de la portada del disco?) pisos de super-lujo para unos pocos privilegiados. Alrededor, más de 3000 viviendas caras con este lamentable aspecto:
Maqueta de los edificios proyectados alrededor
Una operación en la que un consorcio malayo invertirá unos 9.000 millones de euros en los próximos diez años. El domingo me lo explicó con todo detalle uno de los voluntarios de la promotora que acudieron a recibir a los miles de londinenses que se acercaron a ver el vientre de la bestia por primera y última vez antes de su cambio de piel.
Londinenses dentro del Battersea Power Station el domingo
Fue un evento sin precedentes enmarcado dentro de uno de los acontecimientos culturales más celebrados de Londres, Open House London. Se trata de una jornada de puertas abiertas que permite a los ciudadanos visitar edificios que normalmente no están abiertos al público. Una iniciativa que arrancó en 1994 con 21 espacios y que ha crecido de forma exponencial: este fin de semana más de 800 abrían sus puertas. Gratis. Desde la residencia del primer ministro, -el mítico 10 Downing street- a rascacielos como el Lloyds, el Gherkin o la cara B de centros culturales como el Barbican.
Sin embargo, el anuncio reciente del futuro que le espera a la Battersea Power Station debió de crear curiosidad y a juzgar por las larguísimas colas (2 y 3 horas de espera), era el lugar al que había que acudir estar este fin de semana, puesto que sólo se había abierto al público una vez hace veinte años y nunca más podrá volverse a ver su crudo esqueleto.
En las entrañas de la bestia
La mayor construcción de ladrillo de Europa, con sus cuatro chimeneas también de ladrillo, era hasta ayer una bellísima ruina moderna. Podrían incluso haberla dejado así, tal cual, como en una oda a esos materiales tan siglo XX -el hierro, el azulejo y el ladrillo- y a una era que en el siglo XXI hemos dejado atrás porque trabajar echándole carbón a una bestia insaciable que produce energía no es vida. Pero tampoco lo es pasear por un mall y babear frente a los escaparates. No dudo que tendrán mejores recuerdos quienes paseen o vivan aquí (esos privilegiados...) que quienes antaño trabajaron en sus tripas de carbón, pero con todo lo que hemos aprendido desde que se puso el primer ladrillo de la Battersea Power Station (1933) sigo sin comprender por qué el mundo entero insiste en identificar progreso con centros comerciales.
PD: En mi querida Nueva York la Domino Sugar Factory va a tener el mismo destino.
bella reflexión.
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