De Times Square al Bronx hay media hora en metro y un abismo estético, humano, geográfico y económico. Estos días, cuando salgo de mi oficina en el corazón de Manhattan, me ataca la visión de decenas de modelos tan bellas como anórexicas, hombres guapísimos y atléticos, elegantes y con gafas de sol (incluso con lluvia y de noche), paparazzi a la espera de estrellas glamurosas, estrellas glamurosas esperando ser vistas por los paparazzi y múltiples personajes ligados de forma misteriosa al mundo de la moda . Es Fashion Week, que se celebra a un paso de Times Square y es como vivir durante una semana sumergido en las páginas de un Vogue o un Vanity Fair.
El contraste está a pocos minutos de distancia. Cuando sales del metro en Hunts Point, en el corazón del Bronx, lo primero que llama la atención es que la mayoría de la gente es extremadamente obesa. No es una percepción personal: resulta que la tasa de obesidad en este barrio es seis veces más alta que en el resto de Nueva York. Y los niveles de hospitalización por asma son 21 veces superiores a la media local. En Estados Unidos el asma y la obesidad van unidos al bolsillo: el Bronx también es una de las áreas más pobres -y como suele ocurrir en estos casos, más contaminadas- del país. A pesar de estar en una de las ciudades más ricas del planeta, la tasa de crecimiento económico aquí también es diferente a la del resto de la ciudad. Durante los años de bonanza recientes fue el único de los cinco barrios de Nueva York que se volvió más pobre, mientras el resto nadaba en dinero. Y eso que algunas de sus zonas han mejorado un poco respecto a esos durísimos años setenta.
Pero al Bronx todavía no va nadie a pasear. Es feo, ruidoso, está contaminadísimo y además es violento. Es el anti-fashion, pero no se puede ignorar. También existe, con sus dos millones de habitantes, encajonados entre la riqueza de Manhattan al sur y la de Westchester al norte, sirviendo de vertedero para ambos barrios y sin ningún Fashion Week que la convierta en imán para la prensa y el dinero. Allí vive Majora Carter, una activista ganadora de una MacArthur fellowship que ha conectado inteligentemente la lucha económica de las clases bajas con el desarrollo ecológico de las ciudades y que hoy se pasea por el mundo asesorando a políticos, activistas y universidades para que impulsen proyectos de recuperación ecológica que ayuden a la gente de barrios deprimidos como el Bronx no sólo a mejorar la calidad de vida de sus comunidades sino a crear trabajos 'verdes' que además transformen los ghettos en lugares vivibles donde la gente no se vea empujada a la delincuencia si no a tomar las riendas de su vida y su entorno. Lo que en inglés se define 'environmental social justice' y que ella ha transformado en una nueva opción económica.
Majora defiende un concepto que apunta directamente al poder seduciéndole con la idea de recuperar barrios degradados utilizando como mano de obra a sus vecinos. Es una fórmula para crear riqueza (porque es más barato que patrullar calles llenas de yonkies y que dar subsidios económicos a gente que tiró la toalla hace años) y ella aspira a que se extienda por un país en crisis que necesita cambiar el modelo de economía-contaminante por el de economía-verde.
Hablar con Majora y ver el efecto de su trabajo es mucho más reconfortante para el espíritu que ver los desfiles de moda y observar los desmayos de los fashion-adictos que estos días poblaban Times Square. Es cierto, no me gustaría vivir en el Bronx pero en una sola visita a ese barrio he encontrado mucha más humanidad y sentido común que en nueve años de Fashion Week. No creo que la semana de la moda llegué jamás al Bronx. Pero sí espero que la prensa hable de lo que allí ocurre. No tiene sentido que le dediquemos páginas y páginas y páginas de periódicos a un evento que tiene suficiente dinero para existir y ninguna razón de peso para salir en la prensa (bueno, la prensa vive de los anuncios de moda, otra vez el product placement gratuito al que nos prestamos los periodistas) y no hablemos jamás de quienes no tienen dinero o amigos para salir en la prensa. El mea culpa también vale para mí. Os dejo con las palabras de Majora Carter, en estos tiempos de crisis económica y vital es obligatorio escuchar a los idealistas capaces de poner sus ideas en práctica.
Si me vieras ahora m verias aplaudir delante de mi ordenador.
ReplyDeleteAplaudo tu nueva entrada en el Blog.
EE.UU es el rei del capitalismo salvaje,un sistema que no se sostiene y que lleva a lo que es de verdad EE.UU,un pais lleno de desigualdades donde los mas pobres apenas tiene posibilidad de vivir dignamete y se necuantran entotal desamparo por parte de las autoridades que en muchas ocasiones cometen el desvergonzoso error de pensar que esta gente no son su responsabilidad.
Muchas cosas tienen que cambiar,desde el sistema economico hasta la conciencia de la gente si de verdad queremos un mundo justo y medianamente agradable para una gran mayoria.
Como apasionada de la moda me encantaria estar en estos momentos en NY pero realmente me duele pensar que ni una decima parte de la atencion que cobra estos dias la Fashion Week la reciven el resto del año otras causas que el mundo entero por lo menos debe conocer.
Un abrazo Bárbara.
Muy bueno Barbara.
ReplyDeleteHe trabajado en el Bronx 3 años y me alegra conocer ambos lados de esta ciudad.
Me gusto el escrito, había leído algo interesante en relación al exceso de camiones, la falta de trenes para el transporte de mercadearías y el alto índice de asma en el sur del Bronx. Ademas de no tener un puerto decente.
Muy interesante el tema.
Hablamos.
A.
Yo no tenía ni idea de que en el Bronx se procesa el 60% de la basura que produce Manhattan y que hay miles de camiones diarios que suben hasta allí a depositar nuestra porquería, con el consiguiente impacto medioambiental. A ver si los periodistas nos ponemos las pilas y empezamos a hablar de lo importante, aunque convencer a nuestros periódicos es otra cuestión. Seguiremos blogueando. Gracias por los comentarios!
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