Apr 20, 2009

ADICCIONES


Tres semanas desconectada de Nueva York, del portátil, del móvil, del email... Mi nivel de enganche a la tecnología es monumental y aún así, he conseguido que todo aquello que se enchufa o se recarga desaparezca de mi vida durante días. El desenganche primero fue forzoso, después elegido. Inútil decir que mi blog ha quedado huérfano por mi necesidad de pasar menos horas frente a las máquinas y más frente a las personas. Este 'monstruo' necesita alimento, si no quienes se asoman por aquí no volverán más. Pero el concepto vacaciones siempre ha estado unido al 'apagón' mental, a todos los niveles: bajar la guardia, dormir mucho, desorganizarse la vida y dejarla fluir al paso de todo lo imprevisto, sol, vicios, en resumen, descansar, ese gran concepto. Pero ahora que tengo blog resulta que eso se convierte en un problema. En 2009 parece absolutamente obligatorio -y más siendo periodista- tener decenas de cables virtuales que nos conecten con el exterior constantemente. Si no, es que estás haciendo algo mal.
Quizás para los españoles no sea muy traumático: afortunadamente en España aún hay laaaaargas vacaciones así que si un blogger desaparece unas semanas con suerte nadie se lo toma muy mal. En Estados Unidos la gente tiene una o dos semanas máximo de desconexión. El resto del año es obligatorio ser productivo. O así lo piensan las empresas. Supongo que si alguien desaparece de la red como he hecho yo, deja de existir. Bueno, pues no, yo sólo quería anunciar que sigo existiendo, que he vuelto a NY y que poco a poco volveré a recuperar mi insálubre adicción a la tecnología y a mis crónicas. Escribirlas siempre ha sido un placer, y en breve podré hacerlo desde mi terraza, así que no me voy a quejar. En el fondo, a lo que yo estoy enganchada es al siglo XXI y a todas las opciones que me ofrece: lo de trabajar desde una isla bajo una palmera nunca estuvo tan cerca.

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