[Ante la falta de tiempo para bloguear continuo la publicación aquí de mis columnas para Ctxt. Esta se publicó el 14/4/2015. Aquí el link al artículo original]
El busto de
Edward Snowden amaneció desnudo una mañana helada de lunes santo en un parque de Brooklyn (Nueva York).
Con su raya a un lado y sus gafas de adolescente empollón, su pecho y su cabeza aparecieron sobre una columna que forma
parte del monumento Prison Ships
Martyrs, dedicado a unos miles de prisioneros estadounidenses
fallecidos durante la guerra de independencia americana en los barcos-prisión británicos. "Sería una falta de respeto para quienes son homenajeados aquí no alabar a quienes protegen los ideales por los que ellos
lucharon, como Edward Snowden, que nos ha mostrado como la NSA (Agencia de
Seguridad Nacional estadounidense) ha violado la cuarta enmienda [de la
constitución] con sus
programas de espionaje". Son las palabras que proclamaron los autores anónimos de la escultura dedicada al 'chivato' (qué mala traducción tiene el idioma
español para whistleblower) que le contó al planeta
que las agencias de seguridad nacional de Estados Unidos y Gran Bretaña espían
a sus ciudadanos y al resto del mundo con total impunidad y a una escala sin
precedentes.
Pero el busto apenas consiguió
sobrevivir unas horas.
"Colocar una escultura sin permiso es ilegal" dijeron desde la dirección de parques públicos de Nueva York. Y a continuación varios empleados colocaron un plástico sobre la cabeza del hombre que trató de abrirnos los ojos frente a los abusos de las democracias más democráticas del planeta y al rato se llevaron los 150 kilos de escultura en los que cuatro 'artivistas' habían trabajado durante casi seis meses. Todo el proceso fue documentado desde el principio por la web Animal New York.
"Colocar una escultura sin permiso es ilegal" dijeron desde la dirección de parques públicos de Nueva York. Y a continuación varios empleados colocaron un plástico sobre la cabeza del hombre que trató de abrirnos los ojos frente a los abusos de las democracias más democráticas del planeta y al rato se llevaron los 150 kilos de escultura en los que cuatro 'artivistas' habían trabajado durante casi seis meses. Todo el proceso fue documentado desde el principio por la web Animal New York.
La misma
noche en que Snowden fue defenestrado del monumento, el grupo
Illuminator Art Collective decidió que aquello no podía quedar así y
acudió al parque para
proyectar sobre aquella columna un 'holograma casero' de Snowden, un hombre
cuyo atrevimiento, relatado por Laura Poitras en Citizenfour, acaba de llevarse
un oscar al mejor
documental del año pero cuya vida
está limitada por un exilio en Rusia
autoimpuesto para evitar que Estados Unidos le juzgue por delitos de
traición y le meta
en la cárcel de por
vida, como ya ha hecho con su predecesor
más reciente,
Chelsea Manning, cómplice directo del
fundador de Wikileaks, Julian Assange
(actualmente autoexiliado en la embajada ecuatoriana de Londres).
En un comunicado público el Illuminator Art Collective explica el porqué de su holograma. "Nos hemos inspirado en el trabajo de esos
artistas anónimos y hemos
recreado efímeramente su
intervención proyectando una
imagen de la escultura sobre una nube de humo. Nuestra sensación es que el estado puede llevarse los artefactos materiales que
desafían a la autoridad
pero los actos de resistencia quedan en la conciencia colectiva. Y la esperanza
reside en compartir esos actos de desafío".
Los gobiernos estadounidense y británico
espían indiscriminadamente a sus ciudadanos y a los nuestros, persiguen con
más voracidad
que nunca a los delatores en materia de seguridad nacional y
a los
periodistas por no desvelar sus fuentes y obligan a quienes
denuncian sus abusos a huir lejos y buscar asilo
en otras latitudes. El gobierno español
aprueba leyes que restrigen el
derecho de reunión, penalizan las
manifestaciones y multan la disidencia y aunque hasta la ONU
se pronuncia en contra, poco importa, la ley de Seguridad
Ciudadana y el nuevo Código Penal se aprueban y el 1 de julio entrarán
en vigor. Ante esta perspectiva, ¿cuál es nuestra
alternativa?
Nunca aspiré a parecerme
a Obi Wan Kenobi.
Pero la ola de represión aterciopelada que asola nuestras democracias indica que pronto
yo también me veré
obligada a crear una imagen fotográfica
en tres dimensiones con la que luchar contra las fuerzas del mal. En realidad
ya llego tarde a lo que parece ser un presente de plasmas y hologramas. El de
los plasmas los españoles lo conocen bien: Mariano Rajoy
lo convirtió en trending topic
hace ya años e incluso ha conseguido que cruce en forma de noticia las
fronteras ibéricas para ser recibido con incredulidad y sorpresa por otros países.
Pero descubrir que Edward Snowden se ha
convertido en holograma en la misma semana en que por primera vez 18.000
personas virtuales han alzado sus pancartas en una protesta pública
en Madrid es una metáfora cruel del oscuro presente en el que vivimos. La plataforma 'No somos delito', formada por
más de cien colectivos ciudadanos de activistas de toda índole
que aspiran a la derogación de la ley Mordaza, inauguró el pasado
viernes nuestra triste existencia como manifestantes de videojuego con la que
se considera la primera
manifestación de hologramas de la historia.
La prensa nacional se empeñó
en convertirlo en una mera anécdota
artística con la que animar las páginas de
información local pero toda la prensa
internacional habló del tema con interés,
aunque sólo fuera para explicarle a sus lectores los espeluznantes detalles
de esta nueva ley.
Creemos que seguimos viviendo en democracias
que nos hacen libres porque en los supermercados seguimos teniendo cien tipos
diferentes de pasta de dientes para elegir y la televisión
nos tienta con más de mil canales. Pero el paulatino recorte de libertades y
derechos al que Europa y Estados Unidos se han sometido desde que los atentados
del 11S jubilaron definitivamente al enemigo comunista para sustituirlo por el
enemigo terrorista va en aumento y a velocidad vertiginosa. Lo difícil
es explicárselo a quienes sufren la represión no velada
de paises como Irán. Recientemente acudí en Londres a la proyección
de la película Rosewater,
que cuenta la historia del periodista de origen iraní Maziar
Bahari, quien pasó
cuatro meses en una prisión en Teherán en 2009 por bromear con la posibilidad de ser espía
en una
entrevista para el programa cómico estadounidense The Daily Show.
Después de sufrir múltiples torturas y vejaciones fue liberado gracias a la intervención de Hillary Clinton
y regresó a Londres, donde reside actualmente.
Tras la proyección del filme
(dirigido con poco acierto y sentimientos de culpa por el brillante humorista
Jon Stewart, director del Daily Show) durante el Human Rights Watch Film
Festival, a la que también acudía el reportero., se me ocurrió preguntarle
qué pensaba sobre la situación de Snowden
o el arresto de periodistas estadounidenses que se niegan a desvelar sus
fuentes. Bahari prácticamente se rió
en mi cara. "Son nimiedades comparadas con la
represión de regímenes como el iraní. Estados Unidos es una
democracia. Allí
hay libertad. En Irán no. Y la
prueba es que al documental de Snowden le han dado un oscar". Se le olvidó mencionar que Snowden no pudo asistir a la entrega del premio en
persona porque habría sido arrestado. No fue una respuesta sin más.
Fue la proclamación de un acto de fe. Bahari y miles de disidentes de paises de todo
el mundo creen en el sueño de libertad americano. Y no hay duda de que Estados Unidos lo
alimenta meticulosamente entre los habitantes de países
'enemigos'. Durante casi 50 años, por ejemplo, los exiliados cubanos han sido los únicos
inmigrantes con derecho a ayudas del gobierno estadounidense, el resto podían
morirse de hambre pero a los cubanos poco faltaba para que les montaran un piso
al llegar. Para sus connacionales disidentes, en cambio, el trato es muy
diferente.
Ninguna democracia occidental puede hacer
barbaridades contra los derechos humanos con la impunidad descarada de las
dictaduras. La maquinaria mediática está engrasada con elegancia. Los gobiernos democráticos
conocen demasiado bien el juego de la propaganda y la comunicación
como para encarcelar y torturar a un periodista que bromea en la tele como le
ocurrió a él. Pero sí
pueden poner en marcha una campaña de
comunicación para convertir a Edward Snowden en
un traidor y un bicho al que más de la mitad
de los estadounidenses
consideran que habría que encarcelar para siempre.
Es una manera de que el gobierno no parezca el malo: la sociedad toma partido.
En España es
totalmente legal aprobar una ley como la de Seguridad de Ciudadana que permitirá controlar y contener explosiones de reflexión
cívica y colectiva como la que se vivió durante el
15M. Nada lo impide legalmente, aunque los juristas planetarios pongan el grito
en el cielo. Son actos mucho más sútiles y
refinados de los que se acostumbran a practicar en las burdas dictaduras. Y si
mientras tanto la oferta de coches, cereales y series de televisión
no decae, la ilusión de la libertad seguirá estando ahí.
Pero no nos engañemos: la primera manifestación de
hologramas del planeta llega en un momento demasiado significativo como para considerarla
anecdótica. "Es la
primera vez que se hace y esperamos que sea la última"
dijo uno de sus convocantes. Seguro que el holograma de Snowden comparte el
mismo deseo.
No comments:
Post a Comment