CronicasBarbaras nació en Nueva York, se mudó a Londres y ya no tiene fronteras. Grandes y pequeñas historias que ocurren en el mundo y alrededores. Big and tiny stories about the world and surroundings. In English and Spanish, depending on the mood.
Feb 26, 2009
ENCUENTROS
Hoy he descubierto que dos de mis mejores amigos, que no se veían desde hacía meses, se han encontrado en la cola del paro. Estoy hablando de Madrid, una ciudad en la que la gente solía encontrarse en los bares. Creo que no hace falta decir nada más. Aquí es más difícil que mis amigos se encuentren en la cola del paro, la mayoría son extranjeros o artistas, sus vidas laborales no conocen los llamados 'beneficios sociales'. Pero ultimamente, tampoco me los encuentro en los bares.
Feb 21, 2009
EN EL BRONX NUNCA ES FASHION WEEK
De Times Square al Bronx hay media hora en metro y un abismo estético, humano, geográfico y económico. Estos días, cuando salgo de mi oficina en el corazón de Manhattan, me ataca la visión de decenas de modelos tan bellas como anórexicas, hombres guapísimos y atléticos, elegantes y con gafas de sol (incluso con lluvia y de noche), paparazzi a la espera de estrellas glamurosas, estrellas glamurosas esperando ser vistas por los paparazzi y múltiples personajes ligados de forma misteriosa al mundo de la moda . Es Fashion Week, que se celebra a un paso de Times Square y es como vivir durante una semana sumergido en las páginas de un Vogue o un Vanity Fair.
El contraste está a pocos minutos de distancia. Cuando sales del metro en Hunts Point, en el corazón del Bronx, lo primero que llama la atención es que la mayoría de la gente es extremadamente obesa. No es una percepción personal: resulta que la tasa de obesidad en este barrio es seis veces más alta que en el resto de Nueva York. Y los niveles de hospitalización por asma son 21 veces superiores a la media local. En Estados Unidos el asma y la obesidad van unidos al bolsillo: el Bronx también es una de las áreas más pobres -y como suele ocurrir en estos casos, más contaminadas- del país. A pesar de estar en una de las ciudades más ricas del planeta, la tasa de crecimiento económico aquí también es diferente a la del resto de la ciudad. Durante los años de bonanza recientes fue el único de los cinco barrios de Nueva York que se volvió más pobre, mientras el resto nadaba en dinero. Y eso que algunas de sus zonas han mejorado un poco respecto a esos durísimos años setenta.
Pero al Bronx todavía no va nadie a pasear. Es feo, ruidoso, está contaminadísimo y además es violento. Es el anti-fashion, pero no se puede ignorar. También existe, con sus dos millones de habitantes, encajonados entre la riqueza de Manhattan al sur y la de Westchester al norte, sirviendo de vertedero para ambos barrios y sin ningún Fashion Week que la convierta en imán para la prensa y el dinero. Allí vive Majora Carter, una activista ganadora de una MacArthur fellowship que ha conectado inteligentemente la lucha económica de las clases bajas con el desarrollo ecológico de las ciudades y que hoy se pasea por el mundo asesorando a políticos, activistas y universidades para que impulsen proyectos de recuperación ecológica que ayuden a la gente de barrios deprimidos como el Bronx no sólo a mejorar la calidad de vida de sus comunidades sino a crear trabajos 'verdes' que además transformen los ghettos en lugares vivibles donde la gente no se vea empujada a la delincuencia si no a tomar las riendas de su vida y su entorno. Lo que en inglés se define 'environmental social justice' y que ella ha transformado en una nueva opción económica.
Majora defiende un concepto que apunta directamente al poder seduciéndole con la idea de recuperar barrios degradados utilizando como mano de obra a sus vecinos. Es una fórmula para crear riqueza (porque es más barato que patrullar calles llenas de yonkies y que dar subsidios económicos a gente que tiró la toalla hace años) y ella aspira a que se extienda por un país en crisis que necesita cambiar el modelo de economía-contaminante por el de economía-verde.
Hablar con Majora y ver el efecto de su trabajo es mucho más reconfortante para el espíritu que ver los desfiles de moda y observar los desmayos de los fashion-adictos que estos días poblaban Times Square. Es cierto, no me gustaría vivir en el Bronx pero en una sola visita a ese barrio he encontrado mucha más humanidad y sentido común que en nueve años de Fashion Week. No creo que la semana de la moda llegué jamás al Bronx. Pero sí espero que la prensa hable de lo que allí ocurre. No tiene sentido que le dediquemos páginas y páginas y páginas de periódicos a un evento que tiene suficiente dinero para existir y ninguna razón de peso para salir en la prensa (bueno, la prensa vive de los anuncios de moda, otra vez el product placement gratuito al que nos prestamos los periodistas) y no hablemos jamás de quienes no tienen dinero o amigos para salir en la prensa. El mea culpa también vale para mí. Os dejo con las palabras de Majora Carter, en estos tiempos de crisis económica y vital es obligatorio escuchar a los idealistas capaces de poner sus ideas en práctica.
El contraste está a pocos minutos de distancia. Cuando sales del metro en Hunts Point, en el corazón del Bronx, lo primero que llama la atención es que la mayoría de la gente es extremadamente obesa. No es una percepción personal: resulta que la tasa de obesidad en este barrio es seis veces más alta que en el resto de Nueva York. Y los niveles de hospitalización por asma son 21 veces superiores a la media local. En Estados Unidos el asma y la obesidad van unidos al bolsillo: el Bronx también es una de las áreas más pobres -y como suele ocurrir en estos casos, más contaminadas- del país. A pesar de estar en una de las ciudades más ricas del planeta, la tasa de crecimiento económico aquí también es diferente a la del resto de la ciudad. Durante los años de bonanza recientes fue el único de los cinco barrios de Nueva York que se volvió más pobre, mientras el resto nadaba en dinero. Y eso que algunas de sus zonas han mejorado un poco respecto a esos durísimos años setenta.
Pero al Bronx todavía no va nadie a pasear. Es feo, ruidoso, está contaminadísimo y además es violento. Es el anti-fashion, pero no se puede ignorar. También existe, con sus dos millones de habitantes, encajonados entre la riqueza de Manhattan al sur y la de Westchester al norte, sirviendo de vertedero para ambos barrios y sin ningún Fashion Week que la convierta en imán para la prensa y el dinero. Allí vive Majora Carter, una activista ganadora de una MacArthur fellowship que ha conectado inteligentemente la lucha económica de las clases bajas con el desarrollo ecológico de las ciudades y que hoy se pasea por el mundo asesorando a políticos, activistas y universidades para que impulsen proyectos de recuperación ecológica que ayuden a la gente de barrios deprimidos como el Bronx no sólo a mejorar la calidad de vida de sus comunidades sino a crear trabajos 'verdes' que además transformen los ghettos en lugares vivibles donde la gente no se vea empujada a la delincuencia si no a tomar las riendas de su vida y su entorno. Lo que en inglés se define 'environmental social justice' y que ella ha transformado en una nueva opción económica.
Majora defiende un concepto que apunta directamente al poder seduciéndole con la idea de recuperar barrios degradados utilizando como mano de obra a sus vecinos. Es una fórmula para crear riqueza (porque es más barato que patrullar calles llenas de yonkies y que dar subsidios económicos a gente que tiró la toalla hace años) y ella aspira a que se extienda por un país en crisis que necesita cambiar el modelo de economía-contaminante por el de economía-verde.
Hablar con Majora y ver el efecto de su trabajo es mucho más reconfortante para el espíritu que ver los desfiles de moda y observar los desmayos de los fashion-adictos que estos días poblaban Times Square. Es cierto, no me gustaría vivir en el Bronx pero en una sola visita a ese barrio he encontrado mucha más humanidad y sentido común que en nueve años de Fashion Week. No creo que la semana de la moda llegué jamás al Bronx. Pero sí espero que la prensa hable de lo que allí ocurre. No tiene sentido que le dediquemos páginas y páginas y páginas de periódicos a un evento que tiene suficiente dinero para existir y ninguna razón de peso para salir en la prensa (bueno, la prensa vive de los anuncios de moda, otra vez el product placement gratuito al que nos prestamos los periodistas) y no hablemos jamás de quienes no tienen dinero o amigos para salir en la prensa. El mea culpa también vale para mí. Os dejo con las palabras de Majora Carter, en estos tiempos de crisis económica y vital es obligatorio escuchar a los idealistas capaces de poner sus ideas en práctica.
Feb 16, 2009
Product Placement: ahora también en libro



(foto 1 de traveladventures.org, foto 2 mister gregory peck pero no sé en qué película, foto 3 timothy neesam)
Feb 12, 2009
SOBREVIVIR EN USA


Si eres muy pobre, la sanidad pública se ocupa de ti. Pero si eres una persona con ingresos bajos, como él, pero no ínfimos -por encima de los 11000 dólares anuales Nueva York te considera 'normal'- el estado se olvida de ti y o tienes seguro (en muchos casos imposible, ya que cuesta una media de 450 dólares al mes) o te toca pagar cifras surrealistas como 250 dólares por sesión con un psicólogo más cientos de dólares por cada bote de antidepresivos.


Yo quisiera ver barricadas en las calles, pero lo único que veo es conformismo. Quizás ahora que también va a llegar el hambre a este país algo cambie. Cuestión de prioridades. Entretanto voy a poner unos carteles: "se dan cursillos de picaresca, engañar al estado cuando éste te maltrata es aceptable". Cuestión de supervivencia.
Feb 5, 2009
JUSTICIA MUSICAL POST-INAUGURAL (2)
At last...Etta James ha hablado. Efectivamente, a ella tampoco le hizo ninguna gracia que la invitada a cantar At Last durante el concierto inaugural de Obama fuera Beyoncé y no ella. Yo ya me quejé en este blog. Os dejo directamente con sus palabras. Ya me extrañaba a mi que con el genio que tiene no hubiera dicho nada. Hay quien afirma en la prensa que se debería haber callado 'porque Beyoncé cantó muy bien'. Yo creo en la justicia musical. Y en Etta James.
BARBARIDADES III
No he podido resistirme. Tengo que contarlo. 'Barbaridades anales'. Así han llegado dos personas hasta mi blog, siguiendo esa peculiar estela de palabras. Cuando inauguré mi vida de bloguera no sabía que a traves del contador de entradas puedes conocer algunas intimidades de quienes te visitan. Si usan mac o pc, si usan explorer o safari, en qué ciudad viven... en fin, un montón de información que a mi me resulta simplemente curiosa pero entiendo que cualquier empresa dedicada a averiguar quienes son y a qué se dedican los internautas puede descubrir mucho más. Y sólo de pensarlo me asusto. Facebook? El paraíso para los expertos en marketing!
En mi caso vuestros datos no peligran, no vendo nada. Pero me gusta leer las palabras clave con las que la gente llega hasta mi blog, o el viaje que dan desde otros blogs. Nunca pensé que alguien llegaría buscando 'barbaridades anales'. Seguramente se tropezó o con el video del pavo de Sarah Palin o con los collages de Gloria en mi sección 'Barbaridades' (que hasta ahora nunca fueron anales). Espero que el inesperado encuentro también les produjera algún tipo de placer, aunque no fuera el que buscaban... Para quienes gocen con las tentaciones online, arriba dejo ese gran video no anal titulado 'Facebook in real life'. Da que pensar...
Feb 3, 2009
MICROECONOMIA
Leche? En el deli. Tabaco? En el deli. Papel higiénico? En el deli. Whisky? shhhhhhhhh!!!! Detrás del papel higiénico pero que no te vea nadie. Viagra? Ejem... cómo dice? Así es el 'universo deli'. Nueve años en Nueva York y sigo tropezándome con curiosidades en los delis, esas maravillosas instituciones donde se puede comprar de todo a todas horas, incluida una vela a santa Barbara o un bocadillo recién hecho y detrás de cuyos mostradores dificilmente verás a un estadounidense de raza blanca y sí al resto de representantes de las etnias planetarias.
Hace años descubrí que en el deli de la esquina de mi barrio, apropiadamente llamado Hispanic Chinese Grocery porque Chinatown y el Lower East Side hacen allí frontera, vendían alcoholazo por debajo de la mesa. Al menos así conseguí explicarme por qué a todas horas había borrachos en su puerta. Los delis no tienen licencia para alcohol duro. Tampoco la tienen para vender Viagra pero eso es lo de menos. Esta semana asistí a una muy poco disimulada transacción entre un cliente sonriente y uno de los empleados (dominicano): bolsa de plástico, bote de Viagra, dos pastillas, guiño de ojo, billete de cinco dólares. El empleado me echó una mirada traviesa y trató de hacer como que no pasaba nada. El cliente miró hacia otro lado. Yo sonreí.
La clientela de mi deli es variada, y entre ella hay gente que quiere alcohol a deshoras y hombres que necesitan un chute de química de vez en cuando para que el sexo les cuadre, les funcione o simplemente les dure más. Es parte de lo que los economistas llamarían microeconomía. En estos tiempos de cifras macroeconómicas y crisis más que macro, me gusta mirar al mundo de las pequeñas cosas. El de los grandes números ha colapsado. Habrá que acostumbrarse a ir más al deli.
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