Sábado 24. The Danger. Bajo ese nombre un grupo de artistas organiza una vez al mes fiestas semi-secretas en el corazón de Brooklyn. La última se montó en un barco escondido en un canal en el barrio de Bushwick. Había que recoger la entrada en una fábrica de cerveza abandonada en la que te recibía un portero exquisitamente educado que te indicaba hacia donde ir en medio de la oscuridad. Varias proyecciones e instalaciones -bastante buenas por cierto-, precedían la llegada a una taquilla donde varios seres salidos de una película de los años veinte te daban la bienvenida. Uno de esos magníficos personajes nos dejó entrar gratis, ventajas de salir con la estupenda Celina, a cuyas memorias nocturnas neoyorquinas algún día le dedicaré la sección Barbaridades...
Después, una furgoneta te llevaba hasta un muelle oculto entre edificios industriales y allí... un barco enorme y oxidado cargado con unas 500 personas. Dance music en el interior, sudada monumental entre gente entregadísima al baile, una brass band recorriendo los cuatro pisos del barco, un tipo simpático y gordo cocinando sin parar hamburguesas (200, me dijo) de las que saben a carne de verdad, vistas increiblemente inquietantes del Nueva York más tóxico, desconocido e industrial, personajes disfrazados de dioses azules y comedores de fuego, una bandera pirata ondeando bajo la luna... Bonito amanecer...
Martes 28. Parece que Norah Jones tiene una banda de country y va a tocar gratis en el Rockwood Music Hall. Efectivamente. Es ella, guapísima, con esa voz suya tan increíblemente aterciopelada y que desgraciadamente nos llegaron a hacer odiar cuando la fiebre por Norah transformó su primer disco en música de ascensor. Lo malo es que la guitarra eléctrica no es exactamente lo que la hizo célebre, y el bajo tampoco es el instrumento que su bajista debería haber escogido para entregarse a la música. Pero, al margen de que las tres chicas que integran Puss' n Boots (así se hacen llamar) no sean unas virtuosas en sus respectivos instrumentos, la voz de Norah Jones sigue siendo un regalo y además, ole por ella que se atreve a hacer incursiones musicales con amigas anónimas simplemente por el placer de divertirse con ellas:
Martes 28. Parece que Norah Jones tiene una banda de country y va a tocar gratis en el Rockwood Music Hall. Efectivamente. Es ella, guapísima, con esa voz suya tan increíblemente aterciopelada y que desgraciadamente nos llegaron a hacer odiar cuando la fiebre por Norah transformó su primer disco en música de ascensor. Lo malo es que la guitarra eléctrica no es exactamente lo que la hizo célebre, y el bajo tampoco es el instrumento que su bajista debería haber escogido para entregarse a la música. Pero, al margen de que las tres chicas que integran Puss' n Boots (así se hacen llamar) no sean unas virtuosas en sus respectivos instrumentos, la voz de Norah Jones sigue siendo un regalo y además, ole por ella que se atreve a hacer incursiones musicales con amigas anónimas simplemente por el placer de divertirse con ellas:
Sin embargo, lo mejor de la noche no fueron Puss'n Boots si no lo que vino después. Un dúo de bluegrass absolutamente brutal formado por Michael Daves (guitarra) y Chris Thile (mandolina). Prefiero no describirlo. Con su música basta:
Sábado 31. M Ward toca gratis en Central Park. Es el cierre de su gira de presentación del álbum Hold Time. No se puede pedir más. Es importante subrayar que NO llueve (este verano Nueva York se ha vuelto tropical, diluvia a diario así que ver el sol un día entero es noticia!). Será la felicidad de acabar la gira, o será precisamente la nostalgia de acabarla, la cuestión es que M Ward dio un conciertazo cargado de buen rollo, muy poco melancólico, -al contrario de lo que suelen ser sus actuaciones-, con versiones mejoradas de sus propios temas, a cuál mejor... al final del concierto traté de decirle que podemos casarnos cuando él quiera pero no sé si me escuchó...
La noche culmina en el nuevo estudio de Max Sanjulián, arquitecto español con talento para la arquitectura - su Volido Studio y sus proyectos neoyorquinos también serán carne de Barbaridades algún día- y sin duda para montar fiestas como las que ya casi no se ven en Nueva York. Fundamental la música, ese par de dj brutalmente buenos llamados Jordan y Julian, ese loft decadente en un edificio de Chinatown justo encima de un sweatshop -sí, no hay que viajar al tercer mundo, en el corazón del 'imperio' también abundan-, esa cantidad de gente guapísima...
La noche culmina en el nuevo estudio de Max Sanjulián, arquitecto español con talento para la arquitectura - su Volido Studio y sus proyectos neoyorquinos también serán carne de Barbaridades algún día- y sin duda para montar fiestas como las que ya casi no se ven en Nueva York. Fundamental la música, ese par de dj brutalmente buenos llamados Jordan y Julian, ese loft decadente en un edificio de Chinatown justo encima de un sweatshop -sí, no hay que viajar al tercer mundo, en el corazón del 'imperio' también abundan-, esa cantidad de gente guapísima...
No sé quién es pero quiso posar (foto by Alex Zeka)
Jordan y Julian
Por primera vez en mucho tiempo no todo eran seres insoportables con mechas clónicas y amarillas sobre horribles stilettos y ropa de Zara, tratando de emular en cutre a Sarah Jessica Parker -en eso se ha convertido gran parte de Nueva York-. Eran asiáticas semidesnudas envueltas en ropa muy divertida, o mujeres de porcelana como la rubia que en la fiebre y el calor del baile directamente se desnudó, para gloria de la policía que al intentar (sin éxito) clausurar la fiesta, se dio de bruces contra ella y su sujetador transparente y para gloria del resto de la fiesta, que empezó a disfrutar de más y más carne -hubo efecto sujetador-dominó**-. Corredores de bolsa y diseñadores, artistas y dentistas, gente normal y no tan normal, y hasta la hija de un rey de los emiratos árabes haciendo gamberradas, buen cóctel energético... En cuanto a los chicos, los había realmente guapos pero como suele pasar ultimamente, eran casi todos taaaaaan gays que resultaba más reconfortante mirarlas a ellas. Si los miras a ellos te da por pensar cosas como, 'Dios, el mundo es un páramo, qué será de nosotras, las straight girls???!!!-. Eso sí, como compañeros de baile son insuperables.
Pues eso, es verano y lo que apetece es mirar a la gente y bailar, eso de ponerse intelectual y conversar en las fiestas es para los inviernos... vamos, creo yo...
**hay fotos pero en este blog respetamos el derecho a la libertad de la gente de desnudarse en una fiesta privada sin tener por ello que acabar en internet.
y yo encerrada trabajando, escribiendo intelectualidades! Se ve que me equivoqué de estación! (Gran crónica, Bárbara, as usual. Confieso que la envidia me corroe... pero este viernes estaré en Berlín-lín!)
ReplyDeleteQue bien vivimos!
ReplyDeleteQuerido funcionario, juro que llevo encerrada en mi casa trabajando todo el mes, pero para tres veces que he pisado la calle creo que merecía la pena contar lo que me encontré.
ReplyDeleteGran post Bárbara!
ReplyDeleteVeo que esta vez te quitaste el traje de periodista y nos arrastraste de las orejas hasta las exquisitas marginalidades newyorkinas.
Valió la pena esperar tanto desde tu último post.
Muy bueno. Los tres. Dan ganas de veranear neoyorquino.
ReplyDeleteGracias por regresar y en castellano, se te sigue leyendo, con gran placer, desde el Sur.
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