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Apr 29, 2012

VIDAS SIN FICCIÓN

Hay películas que se te agarran a las entrañas y te las siguen mordiendo mientras ves pasar los títulos de crédito, se encienden las luces del cine y regresas en silencio a casa. Ojalá hubiera más pero como son pocas, sus nombres se te clavan en la memoria: Una noche, de la británica Lucy Mulloy, ganadora del Festival de Cine de Tribeca y tan sutil, sensible y demoledora que a la ficción no le ha bastado el celuloide y ha dado el salto hacia el mundo real, aunque afortunadamente con un final distinto al que Mulloy se imaginó.



Vayamos por partes: todo comienza con una trama sencilla pero en el contexto infinitamente complejo de un país, Cuba, al que pocas veces he visto retratar en el cine actual con una mezcla equilibrada de realismo, dolor y belleza y con un resultado tan conmovedor como desgarrador y encima evitando el pecado capital de gran parte del cine hecho por no cubanos sobre Cuba: politiqueos baratos.

La historia atrapa desde el principio porque es universal: un triángulo amoroso entre adolescentes que podría ocurrir en cualquier parte de la geografía pero al ocurrir en Cuba tiene sus propias particularidades. Dos hermanos mellizos –Elio y Lila- que se quieren con locura y a los que la aparición de un tercer personaje, Raúl, comienza a separar.  Los dos hermanos han crecido apoyándose el uno en el otro y disfrutando como pueden de lo que les ofrece su depauperado país. La aparición de Raúl, con una existencia mucho más complicada que la de ellos, -un padre que huyó a Miami y le abandonó, una madre enferma de sida- provoca un huracán emocional en sus vidas y una decisión arriesgada: huir en balsa hacia Miami. Amor, amistad, homosexualidad… La delicadeza con la que la directora toca todos esos sentimientos, que en el corazón adolescente son un torbellino y que juegan un papel clave en los motivos de cada uno de ellos para subirse a la balsa, es espectacular. Y más aún en el contexto de esa Cuba agonizante que el director de fotografía (puro talento) retrata en tono documental, con la poética triste que da la realidad, sin cursiladas y que la directora salpica con descripciones verbales sencillas, en las que evita el juicio de valor y donde se limita a contar hechos conocidos por todo el que haya vivido en Cuba.  ("En Cuba hay de todo, sólo tienes que saber encontrar a la persona justa"...)

Voy a seguir destrozando la trama (sorry) para que se pueda entender mejor la ironía del salto que ha dado la ficción a la realidad. Elio, Lila y Raúl se embarcan pero nunca llegan a Miami. A Elio se lo comen los tiburones y a Lila y a Raúl la corriente los devuelve a Cuba.

Ni Javier Nuñez Florián (Elio) ni Anailín de la Rua de la Torre (Lila) ni Daniel Arrechaga (Raúl) eran actores profesionales. Mulloy los encontró en las calles de La Habana cuando tenían 15 años –ahora tienen 20- y no han hecho ninguna otra película. Durante el rodaje Anailín y Javier, que interpretan a los hermanos, se enamoraron. Y hoy aún siguen juntos.

Fast forward tres años, los que ha tardado Lucy Mulloy en estrenar su película, más los dos de complicado rodaje (la dura vida del cineasta underground…). El filme estuvo primero en el Festival de Cine de Berlín. Los tres protagonistas viajaron a esa ciudad en febrero para el estreno, pasaron allí seis días y después regresaron a La Habana. Parece que Angela Merkel y su euro/imperio les dejó fríos. Pero Estados Unidos tiene buena prensa entre cubanos. Y una alfombra de oro para todo aquel que decida dejar Cuba, cosa que no ocurre ni en otros países ni para otros inmigrantes. Así que Anailín y Javier han decidido cambiar el final de su propia película y no dejarse devorar por los tiburones. Ella vendía artesanía y él trabajaba de pizzero. Invitados por el Festival de Tribeca, volaron hasta Miami y ahí se quedaron. No llegaron al estreno en Nueva York, donde les esperaba Arrechaga y Mulloy y nadie supo nada de ellos hasta el viernes, cuando aparecieron en un canal hispano de Miami confesando su intención de pedir asilo político. Su directora les desea buena suerte y dice estar en shock. A mí su película se me agarró a las entrañas. A ellos se les agarró a la vida. 

Apr 21, 2009

LA INUTILIDAD DE UNA RUEDA DE PRENSA

La perspectiva de la mañana de hoy no era del todo mala: Spike Lee, Robert de Niro y Uma Thurman iban a dar una rueda de prensa para presentar el Festival de Cine de Tribeca. Será que aún me dejo aturdir por ciertos nombres. No aprendo. En la sala había un centenar de periodistas, muchos de ellos fotógrafos. Jane Rosenthal dirigió la presentación. Socia de de Niro desde hace décadas e impulsora junto a él de un festival que se inventó no precisamente pensando en el cine sino en la ruina que le cayó encima al barrio de Tribeca después del 11S (de Niro tiene un par de restaurantes y amigos en el barrio que necesitaban clientes), Rosenthal habló durante diez minutos para no decir nada. Es más, su párrafo más largo se lo dedicó a American Express, que funcionan de sponsors del festival desde el principio. La oda de Rosenthal a la empresa-imperio de las tarjetas de crédito americanas me abrumó un poco: demasiado larga, vacía, innecesaria. Un 'gracias' hubiera sido más elegante, suficiente.

De Niro la siguió con más generalidades -qué le ha pasado a este actor que ya sólo hace películas malas y se ha olvidado de hablar?- y luego se unió Spike Lee, que presenta en el festival dos tv-movies -una sobre un día en la vida del jugador de baloncesto Kobe Brian y otra sobre el musical Passing Strange-. Me hizo gracia que dijera que nunca había participado en Tribeca porque nunca había tenido las películas listas a tiempo para este festival, aunque sí las ha tenido para Cannes o Venecia. Y a Tribeca ni siquiera acude con películas en el estricto sentido de la palabra si no con dos encargos televisivos... Por suerte ahí estaba Uma Thurman, de belleza extraterrestre, para decir que lo que a ella le gusta es el cine europeo (atención europeos, Thurman está en el jurado) y que el cine que ves en un festival es poco comercial y eso es "inspiring". -podría haber vivido sin escuchar estas frases pero creo que son lo único salvable de esta rueda de prensa-.

A las preguntas obvias sobre la crisis económica no contestó nadie, y eso que se las hicieron al menos tres veces. Un festival que nació para luchar contra una crisis debería al menos saber capitalizar ese argumento. Se mencionó de pasada la necesidad de usar el cine como escapismo en tiempos de crisis, y se zanjó el asunto. Tras el paripé, aliñado por una empresa de comunicación que llevó a un montón de gente sólo para acompañar a los periodistas a las butacas como si aquello fuera la ópera, la rueda de prensa acabó con la típica foto de las estrellas. Lo peor de todo es que encima de no decir nada saldrán en todos los periódicos cuando en realidad se merecerían que nadie escribiera una línea sobre tanto obviedad y se reservara el espacio para descubrir cineastas y comentar las películas que merezcan la pena.

Lamentablemente, el mundo de las ruedas de prensa es así de triste. Cuando era estudiante hice un trabajo analizando cuántas noticias procedían de ruedas de prensa o comunicados oficiales y cuántas las había salido a buscar el periodista. El resultado fue un desbordante 90% frente a un ínfimo 10%. Con la proliferación desmesurada de 'empresas de comunicación' (gran eufemismo para decir empresas de publicidad) calculo que el porcentaje es aún más deprimente. De quién es la culpa?

Mar 25, 2009

MARISCADA LITERARIA CONTRA MADOFF (firma Woody Allen)


Tanta vida online y se nos olvida que el papel aún existe. Por eso llego a la revista New Yorker con un día de retraso. Yo todavía la leo en su versión física, dejando que esos cafés de cubo que te acostumbras sin verguenza a beber en Nueva York salpiquen sus páginas mientras viajas en el subway. (será el Kindle a prueba de café del deli?) Fue así como descubrí que esta semana Woody Allen se ha sumergido en ese maravilloso surrealismo de sus primeros tiempos (quién no adora 'Zelig'?) para escribir un relato breve titulado Tails of Manhattan e inspirado en el canalla neoyorquino del año, Bernie Madoff. Por supuesto es una historia de judíos, esa 'especie' que el rey de los intelectuales judíos neoyorquinos ha diseccionado con talento durante décadas. Ellos son las víctimas principales de Madoff, un tipo antaño adorado por todos esos personajes que Allen solía retratar en sus filmes, desde el profesor universitario a las jubiladas de Florida.


En su relato,tras sus respectivas muertes, -suicidio y ataque al corazón- dos clientes del capo del fraude piramidal se reencuentran en una pecera de un restaurante de lujo reencarnados en langostas. Tras contarse sus desgracias ven entrar en el local precisamente al hombre que más odian. Son langostas, pero se apellidan Silverman y Moskowitz y aún recuerdan por qué sus vidas como humanos se torcieron. Cuando Madoff, que extrañamente no está preso sino disfrutando de un restaurante de lujo (os suena?), se acerca a la pecera a escoger su menú, -esto tiene coña porque los judíos no comen marisco o sea, que además de humor hay simbolismo- las langostas rompen el cristal y se ensañan con él. Mariscada de violencia que acaba con Madoff en el hospital. Nada como el humor judío para reirse de este drama al que sólo le falta una banda sonora en yiddish.

PD: Woody Allen también ha elegido Nueva York para estrenar su próxima película, Whatever works, que abrirá el Festival de Cine de Tribeca el 22 de abril. La película marca precisamente su regreso a los decorados de Manhattan, que ha evitado en sus últimos cuatro filmes. Ya era hora, yo le echaba de menos, aunque ese Nueva York de sus películas de antaño ya sólo sea parte de la historia (del cine). Como siempre, Allen mantiene el secreto de sumario y de la película se sabe bien poco.

A continuación una curiosidad que algunos considerarán sacrílega pero a mí me ha gustado: los primeros minutos de Manhattan pero con Jack Kerouac leyendo sobre las imágenes fragmentos de Visions of Cody & On the road: