Nov 24, 2008

DOCUMENTALES Y TORTILLAS DE PATATA

La Nicaragua sandinista que supuestamente acaba de ganar las elecciones municipales– las acusaciones de fraude no parecen infundadas- es también la Nicaragua donde el aborto es absolutamente ilegal, sin excepciones. Las mujeres que abortan van a la cárcel, ya sea por saltarse la ley que prohibe esa práctica (aprobada por el mismo Daniel Ortega ex ateo y ex revolucionario) o porque complicaciones en su embarazo no les dejan otra opción. Los médicos están obligados a denunciar a cualquier mujer que haya abortado de forma ilegal, algo que ocurre frecuentemente porque muchos abortos clandestinos acaban mal y las mujeres acuden a pedir ayuda médica. Las penas pueden alcanzar los 30 años de cárcel tanto en Nicaragua como en El Salvador, esos dos países donde tras dos sangrientas guerras civiles el triunfo de la izquierda degeneró en extrañas metamorfosis ideológicas como ésta.

El pasado viernes varios amigos contribuímos con tortillas de patata a alimentar una fiesta de recaudación de fondos para un documental, 'A quiet inquisition', que explora esta horrenda situación, más propia de un mundo talibán que de un país de pasado revolucionario. ¿Qué llevó a las dos neoyorquinas que lo dirigen (Alex Zeka y Holen Kahn) a interesarse por el tema? Un artículo publicado en 2006. Muchos documentales arrancan así: la semilla se encuentra entre las páginas de un periódico. Resulta halagador escuchar que aún ocurre porque los periodistas cada vez informamos menos y con calidad mínima de cosas importantes y nos dedicamos con demasiada frecuencia a contar lo mismo que cuentan todos los demás. Esa obsesión por la inmediatez nos ha hecho olvidarnos de que lo importante no es la velocidad y la homogeneidad sino el contenido de lo que escribimos. Pero de vez en cuando, se publican cosas que estimulan a otros a ir más allá de las escuetas páginas de un diario.

Pese a lo fácil que parece haberse vuelto el mundo del documental gracias al abaratamiento tecnológico, producirlos sigue siendo un acto de amor incondicional cargado de momentos frustrantes. Encadenarse a un proyecto durante años es la norma. Financiarlos es una lucha interminable. Por eso desde una tortilla de patata a un dólar cuentan. 'A quiet inquisition' es una de esas películas que debe hacerse, porque un artículo de periódico escrito hace dos años no es suficiente. Y porque los documentales son importantes para mostrarnos caras desconocidas del mundo y del ser humano.

Mientras ellas terminan su proyecto - algún capitalista generoso entre los lectores?- aprovecho para recomendar alguno de los quince documentales preseleccionados a los oscar: Standard Operating Procedure, del veterano Errol Morris, que reconstruye a través de sorprendentes entrevistas con soldados el oscuro mundo de las torturas de Abu Ghraib ; IOUSA, sobre el estado de las finanzas de Estados Unidos (mejor timing imposible) - podeis ver 30 jugosos minutos aquí-; Made in América, de Stacy Peralta, que abrirá los ojos a quienes piensan que la elección de Obama significa que este país ya no es racista. Y una obra de arte, 'Encounters at the end of the world', una película tan especial e imprescindible como las de la mayoría de ese tipo genial llamado Werner Herzog.

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