(esto lo escribí en plena efervescencia electoral)
4 de Noviembre de 2008. Obama acaba de ganar las elecciones y yo acabo de llegar a mi hotel en Chicago:
El que diga que no lloró esta noche en Chicago, miente. Se vendían camisetas de la victoria desde el día antes. Daba igual la raza o la edad, absolutamente todos en la ciudad que una vez fue de Al Capone paseaban ayer por la mañana exhibiendo sobre su vestuario alguna referencia al candidato demócrata. Pero cuando los votos hicieron real el sueño de ver a Barack Obama convertido en el nuevo presidente de Estados Unidos, lo importante ya no era la camiseta, la chapa o la gorra sino la borrachera de soul que inundó a las cerca de 200.000 personas congregadas en el parque donde Obama dio su primer discurso como presidente. ‘Sweet home Chicago’, ese gran clásico del blues, hizo bailar a todos los presentes mientras esperábamos a que Barack hiciera historia con sus primeras palabras tras la victoria.
Creo que sólo la música tiene esa capacidad embriagadora y unificadora que ayer yo sentí en medio de esa masa de gente de raza negra y blanca mezclada como pocas veces he visto en Estados Unidos. Vivo en este país desde hace nueve años y lo habitual es ver un grupo de blancos con una o dos personas de raza negra o viceversa. -Seguro que Eminem me daría la razón-. Y en Chicago, una ciudad particularmente segregada con barrios racialmente bastante definidos, no es precisamente común ver a ambas razas tan densamente mezcladas. Es más, el propio Barack se había dedicado a poner de trasfondo televisivo en sus mítines a un montón de blancos salpicados con algún afroamericano, por si le parecía ‘demasiado negro’ a los que se temía que no querrían a alguien de su color en la Casa Blanca. - Pero hoy yo no quiero atacarle porque, como todos aquí esta noche, también yo he llorado como una magdalena-.
En Chicago, hace cuarenta años, jóvenes demócratas persiguiendo el cambio de rumbo ético e ideológico de su país fueron machacados a golpes por la policía durante la vergonzosa Convención Demócrata del 68. Entonces la mayoría eran blancos, los jóvenes afroamericanos comenzaban apenas a involucrarse en política. Han tenido que pasar cuatro décadas para que ese mismo escenario fuera testigo de otra encrucijada histórica donde aquella generación apaleada –los idealistas del 68 reconvertidos en yuppies del 2000 y pico- y otras nuevas, han conseguido juntas darle la vuelta al pasado y soñar con el futuro. Y esta vez, todas las razas –y edades- estaban presentes y además, unidas. Y su emoción era contagiosa. Cuando toda una ciudad sonríe y llora a la vez, es imposible negarse a creer en lo que ellos creen. Es como un hechizo. O como una droga.
Cuando Obama pisó por fin el escenario y comenzó a hablar –lo hace muy bien pero… qué bueno es el speechwriter que le escribe los discursos!!!!- , los gritos de alegría los silenció la admiración, aunque las lágrimas no pararon de llover de todos esos ojos espectantes y aún incrédulos porque había quien aún no se podía creer lo que estaban viviendo. “Porque nunca pensé que vería este día”. “Porque mi padre murió por conseguir esto”. “Porque Bush se acabó”. En fin, los por qués en boca de los estadounidenses los leereis hoy en todos los periódicos. Yo ahora prefiero las sensaciones.
Cuando comenzó la letanía-obamaniaca, esa parte del discurso en la que tras un Yes we can, todo el parque repetía, Yes we can, Chicago se transformó en un templo religioso, Obama era el gurú, los ciudadanos sus apóstoles. Será el efecto de toda esa gente desprendiendo buen rollo o toda esa alegría colectiva, o ese discurso inteligente, no sé, es extraño, pero pese a mi alergia a las religiones, la sensación de comunión colectiva que impregnó la noche me hizo sentir muy bien. Ni movil, ni internet, ni ipod, ni facebook !!!!gente que se abraza, se mira, se ríe, se habla sin conocerse, llora, qué subidón de humanidad!!!!!He bebido y celebrado como si fuera americana, ¡qué cosas! aunque supongo que después de ocho años aguantando a Bush ya me he ganado medio pasaporte. El otro medio espero ganármelo haciendo turismo electoral. Yes we can!!!
Oh¡ no Barbara todos los días en mi ordenador, con el trabajo que nos costó echarte de España....
ReplyDeleteBueno si no hay más remedio tendré que leerte.
Un besazo grandísimo.
Por supuesto eres la más spam de todos mis correos. A partir de ahora te llamaré Spamela. ¿Te mola?.
Fran Aguilar
A través de Guillermo-son-Facebook, hemos conocido tu Blog.Lo pongo en mis favoritos y ten por seguro que lo leeremos (tengo un poco de "morriña" inversa por no haber visitado NYC cuando fue mi mujer),en fin mientras llega el día me consolare con tus crónicas...
ReplyDeleteun abrazo de Guillermo-father-y Lola
Fran! Maldito! Te escribo y nunca me contestas! espero que a partir de ahora me saques del spam!
ReplyDeleteBesos
Guillero-father, ya va siendo hora de que te asomes por aquí, esto es una isla, cualquier día se la traga el mar o implosiona víctima de la crisis o cualquier cosa!!
ReplyDeleteun abrazo!