Jan 17, 2009

BIENVENIDO MR. OBAMA

Lo que separa a El tren de Barack Obama de la película Bienvenido Mr Marshall es la sonrisa. Porque en realidad la fe ciega de los feligreses del político y la de los protagonistas de aquel filme era similar. En el cine el hombre más esperado ni siquiera se dejaba ver: toda la energía y la esperanza generada por la posibilidad de su llegada a un anodino pueblo español se derrumbaba a toda velocidad al pasar su coche sin detenerse. Ayer el tren de Obama, que salió de Filadelfia con destino a Washington DC, no se detuvo en Claymont, pero desaceleró y eso fue más que suficiente.

El presidente desplegó su sonrisa y consiguió derretir las tres horas de helada espera de las cerca de quinientas personas que tiritaron de frío para poder decir después 'yo estuve allí'. La posibilidad de que el tren parara en este pueblo de 'middle América' era muy remota, no estaba anunciado, pero como entregados seguidores de este político que ha hecho volver a creer a la gente en el poder de un mesías, lo importante era que pasara por su pueblo y al menos, sonriera. "Y sentir que él está con nosotros, que somos quienes le hemos ayudado a subirse a ese tren". Así me lo contaba Rob Cameron, un señor muy simpático -todos eran simpáticos en Claymont- y que inspirado por Obama, quiere ahora ser parte de la política local de este lugar de apenas 10.000 habitantes.

Obama no defraudó. Pasó por Claymont sonriendo, con su flamante superwoman, Michelle, celebrando cumpleaños. Saludó con la mano desde un vagón añejo del tren que lo movía por tierras de América a la conquista definitiva de la Casa Blanca y en apenas un minuto, se perdió en el horizonte.

Los quinientos o seiscientos parroquianos presentes para el evento del año en Claymont, se dieron la vuelta, comentaron entusiasmados la jugada - poco porque a esas alturas estaban más que congelados- y se fueron apresurados y felices a su casa. Tengo que ponerle más énfasis y ser menos cínica: 'ENTUSIASMADOS'. No sé por qué me sorprendo. La gente es capaz de dormir a temperaturas bajo cero a las puertas del Rockefeller center en Nueva York para salir en la tele y ser parte del público de programas como Saturday Night Life!! Y la Obamanía tiene un fondo mucho mejor, quieren ver a un político en el que parece que creen! En el siglo XXI! Después de todas las barbaridades que han perpetrado los políticos del siglo XX y después de que el curriculum de un impresentable como el señor Bush sólo invitara a tirar la toalla!!

?Qué tiene este señor para haberme inspirado incluso a mí a practicar este nuevo deporte que yo llamo turismo electoral y que esta mañana me llevó a este pueblo 'in the middle of nowhere' a observar el nuevo fenómeno sociológico del siglo?

"Yo creo en él". "Yo creo en él". "Yo creo en él". Vale, este es el mantra popular que todos repetían en Claymont pero... por qué? "Porque sus palabras nos han devuelto la esperanza, que en este país se había perdido. Porque habla de unidad, de ayudarnos unos a otros, conceptos que el mundo del yo, yo, yo ha barrido del mapa. No podemos seguir pensando sólo en nuestro bienestar individual y él nos lo está recordando y nos está haciendo creer en ello". Otra frase de mi amigo Rob.

Se me acaba internet. Inconvenientes de la vida en la América profunda, luego contaré más. Y colgaré fotos, como la de la madre que se congeló junto a sus trilllizas esperando al tren dos horas hasta que una de las niñas montó en cólera por el frío y la mamá tuvo que desistir sin poder ver sonreir a su presidente. Ninguna de las tres niñas parecía muy interesada en el momento histórico. Pero seguro que cuando sean abuelitas le contarán la anécdota a sus hijas. Es una pasión humana, estar ahí.

1 comment:

  1. Me gusta la palabra "entusiasmo" así como también su contenido. Hace tiempo que lo pienso, al fin y al cabo puede que no sea exclusivo de Obama. No sé si conoces la pelicula Enstusiasmo de Dziga Vertov, en todo caso te la recomiendo. Entonces en aquella época en que Rusia parecía perdida, el entusiasmo que los moradores rusos sintieron por Lenin hizo que salieran a la calle e incluso lloraron al ver que alguien se preocupaba por ellos...al final todo acabó mal, por eso tal vez nos volvemos cínicos y no queremos confiar en este entusiasmo, pero la palabra es prometedora y puestos a creer en algo, porque no en él.

    un saludo desde mallorca...
    tomeu

    ReplyDelete